Me levanté temprano y con tan solo un café en el cuerpo abandoné Chivirico. Lo peor fue que olvidé en la casa una botella de 1,5 ltrs. de agua y no me dí cuenta hasta que ya estaba demasiado lejos para dar la vuelta. Según me habían comentado, la carretera a Santiago no presentaba grandes dificultades, tan solo que había algunas partes de tierra.
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La casa donde me quedé en Chivirico |
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Salida de Chivirico |
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En este rústico paladar el dueño me rellenó el bidón de agua y me ofreció lo único que tenía para comer, queso con mermelada de guayaba |
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Bueyes a remojo |
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La carretera no era tan plácida como me dijeron. El día del huracán había llovido bastante por esta zona. |
Casi a la misma velocidad que el autobús
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Plataneras destrozadas |
A la altura de la Playa de Aserradero comencé a pasar por la parte más destruida por el huracán. Lo más impactante fue cuando pasé junto a un cementerio que tenía las tumbas levantadas por la fuerza del mar. Los familiares estaban trabajando para recuperar los cuerpos. Por supuesto de estas y otras muchas escenas, como casas destruidas, no hice fotografías, bastante desgracia tenía ya la gente como para que un guiri les fuera haciendo fotos.
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Aserradero |
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Muchos árboles derribados |
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Menos mal que habían cortado los troncos que había sobre la carretera y ya era transitable para camiones y autobuses hasta Santiago. De vez en cuando pasaba algún helicóptero del ejercito inspeccionando la zona. |
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Sin palabras |
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Muchos postes de la luz estaban tumbados |
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Daba la sensación de estar pasando por una zona en guerra |
Hubo un momento en que se me acabó el agua y cometí el error de seguir un par de horas sin beber, esperando pasar por un pueblo grande para abastecerme de agua embotellada. Me dijeron que en Caletón Blanco había una tienda en la que vendían y llegue ya bastante deshidratado. Al preguntar en la tienda me contestaron de mala manera que no tenían agua, que había pasado un huracán y no tenían nada. No se si se pensaban que había caído del cielo con la bici y no me había enterado de nada.
Pregunté a otro señor que me indicó que a lo mejor en el campismo tenían agua. Ya no me importaba si era embotellada o no, el caso es que cada vez me encontraba más jodido y necesitaba beber ya. Llegué al campismo y el guarda también me dijo de mala manera que no había ni agua ni nada. Entonces ya se me hincharon las pelotas y le grité:
- ¿Entonces que hago, me muero aquí de sed?
Entiendo que estuvieran jodidos por la situación, pero el agua no se le puede negar a nadie, por muy guiri que sea.
Al parecer había topado con el trabajador más tonto del campismo, porque enseguida otro me dijo que me esperara un minuto que venía el encargado y me vendería agua. Al poco llegó el encargado, muy amable. Abrió la tienda del campismo donde además de toda clase de bebidas, había también algunos alimentos. Compré dos "Tu Cola", el refresco de cola cubano y dos botellas de litro y medio de agua. Me bebí los refrescos del tirón y estuve un rato descansando y hablando con un chaval que trabajaba en el campismo. Me estuvo contando que la noche del huracán se refugiaron su mujer, su bebé y él en el baño de la casa, que era la parte más sólida. Mientras estaban allí refugiados vieron como el techo de cinc de la casa salía volando y salieron corrriendo hacía la casa de su suegra, mientras toda clase de objetos volaban sobre sus cabezas. Me contaba que mientras corría con su bebé en brazos le parecía estar dentro de una película. Cuando llegó a la puerta de la casa de su suegra el viento se calmó y estuvo así durante media hora para luego continuar con la misma fuerza, era el ojo del huracán que estaba pasando justo por encima.
El huracán penetró por Caletón Blanco, por eso esta zona era la más destruida junto a la ciudad de Santiago de Cuba.
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500 metros antes de llegar a Caletón Blanco, el pueblo por donde entró el huracán a la isla. El señor que se ve al fondo me comentó que su casa había sido completamente destruida |
Al fin llegué a Santiago y el panorama que encontré era desolador. A pesar de que ya habían pasado tres días desde el huracán, muchas calles estaban llenas de escombros de los techos de las casas y la mayoría de los árboles tirados por el suelo.
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Así se encontraba la carretera por la que llegué a Santiago. Tuve que pasar primero las alforjas y luego la bici. Menos mal que solo lo tuve que hacer una vez. |
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El camino ya casi despejado hasta la ciudad. | | |
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Parque Alameda con todos los árboles tumbados |
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Muchas calles de Santiago se encontraban en estas condiciones. Los escombros son en su mayoría de los techos de las casas |
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Foto de la Catedral de Santiago de Cuba hecha por mi |
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Esta es una foto anterior sacada de internet. Busca las diferencias. |
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Ayuntamiento de Santiago de Cuba. Los edificios históricos parecían haber resistido bastante bien. |
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Estación de Ferrocarril |
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Esto eran unas oficinas. El mobiliario destrozado todavía estaba en su interior |
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Palacio Provincial |
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Museo Bacardí |
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Catedral desde el Hotel Granda |
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Terraza del Hotel Granda. El único lugar donde había luz esa noche. A pesar de la situación de la ciudad me pude permitir el lujo de cenar una pizza y tomarme unos mojitos. |
En Santiago me alojé en la casa de Celia, una mujer ya mayor hija de gallegos. Añoraba mucho España, aunque ella realmente nació en Cuba y hacía muchos años que no había vuelto. Como muchos cubanos me preguntaba por la crisis española.
-España está en candela- dicen.
Por la televisión y el periódico les machacan mucho lo mal que estamos, que el capitalismo es muy malo y tal y cual. No vamos a negar que estamos muy mal, pero la verdad que para llegar al nivel de vida de ellos, todavía nos queda mucho. Espero que si algún día nos ponemos a su nivel sea porque ellos hayan progresado y no por lo contrario, aunque al paso que vamos...
Aunque la casa donde me alojaba era bastante buena y aguantó perfectamente el huracán, no había luz en toda la ciudad y el agua corriente salía marron de los grifos. Mi plan inicial era seguir hasta Baracoa y luego volver desde Holguin a La Habana en autobus, pero se comentaba que en esa zona tampoco había luz y con el paso de los días podían escasear los alimentos. Tomé la decisión más prudente y a la mañana siguiente me planté en la estación de tren, que es desde donde se había organizado la salida de todos los autobuses interurbanos. Después de tres horas de espera e incertidumbre, por fin pude coger el Via Azul a La Habana donde llegué a las 03:00 de la madrugada. Antonio me fué a recoger a la estación de autobuses y el pobre tenía que levantarse temprano para ir a trabajar. El tío tiene aguante para eso y más. Gracias cuñaooo!!
Ver Bayamo - Santiago de Cuba en bici en un mapa más grande
Este fue el recorrido final por la zona de Oriente
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